Un sofisticado escenario con tres niveles, pirotecnia, bailarines, torres hidráulicas... Sí, pero, la noche del sábado en Barcelona, a diferencia de otros espectáculos en que el montaje acapara miradas, nada ni nadie hizo sombra a Justin Bieber,
estrella de un 'show' a su mayor gloria al son de su repertorio de
hits, aderezado con imágenes de infancia, exhibición de dotes musicales
(tocó la guitarra, el piano y la batería) e insinuaciones
erótico-festivas bastante explícitas a los y, sobre todo, las fans que
ocuparon el local; 16.750 según la organización.
El show de la gira 'Believe' viajó
del dance-pop de la primera canción, 'All around the world', a las
baladas de r'n'b, como 'Catching feelings', y los recesos acústicos de
piezas como 'Feel'.
Bieber ha irrumpido en el Palau Sant Jordi de
blanco y con gafas de sol, y ha ido despojándose poco a poco de
chaquetas y complementos hasta culminar la actuación cantando 'Baby' con
el torso desnudo. Delirio en las gradas y en la pista, ocupados por un
estridente público adolescente.
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